domingo, 11 de mayo de 2008

Los hijos son nuestros grandes maestros



En esta inmensidad a la que llamamos tiempo, en esta inmensidad donde viven tantas chorrocientas millones de personas te encontré y agradesco infinitamente esa inmensa suerte.

Quizás les es extraño escuchar tanta convicción en mis palabras, pero tengo la certeza que eras para mi. Es extraño escucharme por fin tan segura de algo, pero desde que llegaste he pensado lo mismo. Cuando supe que llegarias en unos meses no lo tomé bien, debo admitirlo, pensaba en cuantas cosas me postergaría...pero no sabes todo lo que me odio por pensar así, por ver todo desde esa perspectiva tan egoísta y egolatra... ahora que ha pasado el tiempo sin duda siento que hemos venido a este mundo para acompañarnos, para sentir que donde uno camina, pisa también el otro, que tu eres la pieza principal de mi puzzle y que mi existencia no valdría la pena si no hubieras llegado tú.

Nadie es dueño de nadie, yo lo sé bien, pero es imposible no adueñarme de tanta ingenuidad e inocencia cada vez que veo tus ojitos llenos de bondad...

Eres parte de un intento, de un amor no correspondido, de un pasado con futuro, de un abismo que llevaba al cielo.

Todos tenemos un amor, un tiempo para dar, un ciclo donde volvemos a estar solos otra vez, pero tengo la suerte de darte la mano, de jugar juntos, de ser soledades y cuentos compartidos.

Cuando llegaste la luna tuvo algun sentido, y aunque fue amarga toda la historia que hubo antes, si es por amarte todo lo olvido, TODO LO OLVIDO!

Dicen que las cosas que cuestan son las que realemente valen la pena, y definitivamente es cierto, lejos este gordito con su metro, 06 cms es lo que más vale la pena en la que era mi insignificante vida. Realmente al tener un hijo vale la pena vivir la vida.

En este día de la madre agradesco al gran maestro que tenga que ver con el destino por tener para mi una vida como la que tengo. Con una madre que está en todas conmigo, y que ha sido mi apoyo fundamental ayer, hoy y seguramente mañana. (sin desmereser a mi papá). Y por supuesto a Agustín, el que hace que cada día tenga un sabor distinto, el que me hace querer ser un quijote que lucha contra los molinos de viento, el que llena mis días y mis noches con besos y palabras que tienen un valor inmedible. A ese caballerito que permite que sea yo y él a la vez, y a esa labor que defino como la cuota liviana de la vida pesada; ser mamá!