viernes, 28 de noviembre de 2008

Esperando al jinete de la ultima esperanza

De todas las armas que el hombre ha inventado la más poderosa es la palabra. Los puñales y lanzas dejan vestigios de sangre, las flechas pueden ser vistas a distancia, los venenos terminan por ser detectados, pero la palabra consigue destruir sin dejar rastros.

Las palabras de alguien a quien quieres también puede ser una experiencia temible, incluso más que estar ante un asesino apuntando con un arma al corazón. Porque si dispara muero rápido y el resto queda a cargo de Dios, pero si el amor me hiere suele ser lento y soy yo misma quien debe asumir las consecuencias.